Vivir en una casa con piscina puede llegar a ser muy reconfortante. Es evidente que, durante el verano, poder salir a nuestro jardín y tomar un baño sin salir de casa es una de las sensaciones que están catalogadas como “calidad de vida”. Y la verdad es que no es para menos. Pero si a la construcción de una piscina para nuestra vivienda la acompañamos del uso de la última tecnología, el resultado será mucho más satisfactorio para nuestros intereses.
Esa construcción de piscinas viene variando de manera rápida durante los últimos años. No obstante, el trabajo bien rematado y perfectamente preparado para nuestro uso solo puede conseguirse si se tiene en consideración a los mejores profesionales del sector. Pero saber eso algunas veces resulta complicado.
En el mes de marzo del año pasado decidí, junto con mi esposa, que instalaría una piscina en el jardín de nuestra casa, una vivienda en la que ya llevábamos viviendo aproximadamente tres años. Los dos creíamos que una piscina era justo lo que necesitábamos para convertir a nuestro domicilio en un auténtico lugar de asueto en el que poder olvidarse durante algunas horas del estrés del día a día y de todos los malos sabores de boca que éste nos deja habitualmente.
Teníamos tres meses para encontrar una empresa que nos construyera la piscina y para que el proyecto se llevara a cabo. A mí me daba la sensación de que era muy poco tiempo y que quien se encargara de construir nuestra nueva piscina lo iba a hacer de manera rápida y con unos materiales que no beneficiarían en demasía a la calidad del producto final con el que nos queríamos encontrar. Sin embargo, estaba a punto de encontrarme con una grata sorpresa.
A través de Internet, mi mujer había dado con la página web de Piscinas DTP, una empresa dedicada a la construcción de piscinas de politéster todo tipo. Navegando en dicha página había descubierto un nuevo modelo, llamado “Kerapool Tech”, que estaba compuesto por un material mineral y polimérico que le otorgaba al producto una gran durabilidad y resistencia al rayado. Sin duda, se trataba de una buena oportunidad que no nos convenía desaprovechar.
Nos pusimos a la obra y contactamos con Piscinas DTP. Desde la entidad nos informaron del precio y los plazos de construcción aproximados de una piscina como la que queríamos y, como ambas cosas entraban dentro de lo que deseábamos –el precio era económico y en apenas unas semanas podríamos disponer de aquella joya– accedimos prácticamente de inmediato.
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Mientras los profesionales de la empresa trabajaban en nuestro jardín para construir una piscina como aquella, nos iban comentando muchas de las ventajas con las que contaba un producto como el que habíamos decidido adquirir. Recuerdo que la que más me sorprendió fue la de que la dureza de la superficie era parecida a la del diamante, lo que con toda seguridad nos iba a ahorrar un buen montón de problemas en el futuro.
Antes de que finalizara el mes de mayo la piscina estaba perfectamente terminada y lista para comenzar la temporada de verano. La cara de ilusión de mis niños lo decía todo: se sentían completamente afortunados por poder contar con una piscina en casa y tanto su madre como yo teníamos unas sensaciones parecidas. Habíamos adquirido calidad a un bajo coste, algo que siempre es motivo de alegría y que permite poner el lujo a nuestro alcance sin que nuestra economía sufra un duro varapalo.
Prácticamente un año después de aquello, el segundo verano de vida de la piscina va a comenzar en apenas dos meses y nuestras percepciones son las mismas que en 2016: tenemos una piscina que merece la pena, que se mantendrá sin un solo rasguño durante muchos años y que disfrutaremos en familia para cuando las temperaturas comiencen a subir de manera definitiva. A esto es a lo que yo llamo “alejar los problemas de mi mente”.