Si decimos cannabis, la imagen que se produce en nuestro cerebro es la de una hoja con una forma particular. Evocamos otros términos como “maría”, “marihuana” o “hierba”, los cuales nos invitan a pensar en algo que se fuma con la finalidad de relajarse o “colocarse”. En los últimos años, el rol de esta sustancia, ha virado totalmente. Pasando de ser una mercancía ilegal y mal vista, a convertirse en todo un señor producto comercializado por industrias farmacéuticas y de productos de belleza, entre otros.
El aceite de cannabis vive su época dorada dentro de la legalidad vigente y cuenta con la aprobación de la comunidad médica en diversos tratamientos para paliar los efectos de determinadas patologías. Aunque esto, se hace desde hacer ya décadas. La marihuana con fines medicinales es una realidad muy extendida, sobre todo en otros países.
Dada la relevancia que está cobrando el aceite de cannabis en nuestra sociedad actual, lo mejor, es conocer todo lo posible este tipo de producto. En qué medida nos puede beneficiar, para que se indica o sus posibles efectos adversos. No es oro todo lo que reluce, por lo que el cannabis no es la panacea. Pero tampoco es el demonio encarnado. Para conocer mejor este producto, nada mejor que hablar con expertos en la materia como nuestros compañeros de Naturamma CBD Canarias que no han dudado en disipar nuestras dudas.
La planta del cannabis sativa se utiliza para paliar diversas dolencias. Sus fines medicinales no han sido descubiertos ahora. Se remontan a la antigua China en donde era utilizada para tratar malaria, síntomas menstruales, aliviar el dolor o controlar la epilepsia. En este momento la ciencia recupera la sabiduría ancestral de esta cultura y utiliza los compuestos de esta planta para ayudar a reducir la inflamación y sus consecuencias, así como otro tipo de dolencias.
El aceite que se desmarcar por su composición
A diferencia de otro tipo de plantas y semillas, el aceite de las semillas del cáñamo, destaca notablemente por su elevado contenido en ácidos grasos poliinsaturados y su perfecto equilibrio entre omega 3 y 6. Estos ácidos grasos esenciales por todos conocidos, ofrecen una doble acción. Ha quedado patente y comprobado que son capaces de inhibir hasta en un noventa por cien, las sustancias que tienen propiedades inflamatorias y promueven las síntesis de moléculas que forman parte de los procesos inflamatorios. Por lo que se consideran de gran eficacia tanto para prevenir como aliviar la inflamación persistente.
Recientes investigaciones destacan que dado ese aumento significativo del porcentaje de ácidos grasos esenciales en la membrana celular de bazo y sangre, posee una acción reparadora y protectora sobre la estructura de las células. Esto contrarresta de forma satisfactoria y eficaz el efecto producido a consecuencia de la inflamación.
Por esta razón, utilizar aceite de semilla de cáñamo con objeto de reducir la inflamación derivada de cualquier enfermedad de curso crónico, desde la esclerosis múltiple hasta la artritis, contribuye a disminuir la recaída, al tiempo que mejora el funcionamiento del sistema inmune.
Habitualmente se relaciona la reducción de la inflamación con procesos meramente físicos, siendo la realidad de su causa diferente. Existe una estrecha relación entre inflamación, estrés y ansiedad, de gran complejidad y multifacética. Actualmente se sigue investigando al respecto, debido a que ha quedado demostrada la conexión existente entre la inflamación crónica y los frecuentes trastornos de estrés y ansiedad, a los que estamos habituados. Así como la relación paralela con la función cerebral en general.
Sabemos que el estrés crónico puede llegar a desencadenar una respuesta inflamatoria en el organismo, debido a que activa el sistema nervioso autónomo y el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, conocido por sus siglas HPA. Esto conlleva una liberación de hormonas del estrés, como el cortisol que afectan al sistema inmune y promueven la inflamación. Lo que puede afectar de forma negativa al funcionamiento del cerebro si se trata de una inflamación crónica, contribuyendo a que surjan o empeoren los trastornos del estrés y la ansiedad.
En los estudios realizados se ha observado que un proceso inflamatorio puede alterar la comunicación entre las células del cerebro, afectando a la producción de neurotransmisores y provocando cambios estructurales y funcionales en el cerebro. Lo que nos lleva directamente al hecho de que reducir esa inflamación, resulta un proceso de gran complejidad que puede tener impacto en la salud.
Siendo los ácidos grasos omega 3 y 6 esenciales para el funcionamiento del cerebro y el equilibrio emocional, es fácil comprender por qué se considera beneficioso el uso de aceite de cannabis. Las personas que padecen ansiedad tienen unos niveles más bajos de ácidos grasos poliinsaturados en sangre. El aceite de semilla de cáñamo, ayuda a combatir la ansiedad y protege de los efectos del estrés. Este tipo de extracto protege el cerebro de la inflamación, contribuyendo a contrarrestar la respuesta inflamatoria que desencadenan las hormonas del estrés (cortisol).
De tal manera que los efectos positivos del aceite de cannabis, parecen quedar cada vez más demostrados, empezando por el origen de la mayoría de los males del organismo: la inflamación cronificada. Para entender esto, debemos explicar brevemente que un proceso inflamatorio agudo, es una respuesta natural del organismo ante la enfermedad o cualquier ataque sufrido. Sin la respuesta inflamatoria, no existiría recuperación, por decirlo de algún modo. El problema resulta cuando ese proceso no desaparece una vez se elimina la causa de la misma, cronificandose. Lo que sucede en numerosas patologías como el cáncer, la esclerosis múltiple, enfermedades autoinmunes, etc.
Mirando el lado menos amable
Dada la creciente popularidad del aceite de cannabis, al parecer de forma descontrolada en algunos casos, en los cuales existe autoadministración, algo poco aconsejable, tanto médicos como farmacéuticos ha tomado conciencia de los posibles efectos negativos e interacciones que puede provocar. El aceite de cannabis se adquiere sin receta y sin necesidad de pasar por la consulta del médico o la farmacia, lo que a vista del consumidor, puede parecer positivo y un producto, exento de efectos adversos. Nada más lejos de la verdad.
No se trata de demonizar algo que, está comprobado, ejerce efectos más que positivos sobre el organismo en diferentes situaciones. Lo que se pretende es advertir de la necesidad de que exista un cierto control, puesto que puede conllevar algunos efectos poco saludables y deseados. Entre los más comunes, hallados en los estudios realizados, se encuentran la somnolencia, la disminución del apetito, vómitos, diarrea e incremento de las enzimas hepáticas.
Un deterioro de moderado a grave de la función hepática o renal, puede, teóricamente, reducir la eliminación normal o la excreción del aceite de cannabis. Los datos recabados, sugieren que este tipo de aceite interactúa con las enzimas de citocromo p450, por lo que se aconseja un consumo cauto si se administrar con medicamentos que son metabolizados por estas enzimas.
Los ensayos realizados en pacientes con epilepsia resistente al tratamiento, informan de los efectos adversos en más de un cinco por cien de los pacientes: somnolencia, disminución del apetito, diarrea, fatiga, convulsiones, cambios en el apetito, estado epiléptico, cambios en la concentración de fármacos antiepilépticos concomitantes, trastornos de la marcha y sedación.
Los autores del estudio afirman que la mayoría de estos efectos han sido de carácter leve o moderado y, de naturaleza transitoria. Los de mayor gravedad, aquellos que han requerido asistencia médica urgente, incluyen el estado de mal epiléptico, diarrea y disminución de peso, convulsiones, letargo y neumonía. Todos ellos en un porcentaje que no pasa del seis por ciento en el caso del mal epiléptico.
Aquellos pacientes que tomaban durante el estudio, aceite de cannabis junto a otros medicamentos, informaron de mayor somnolencia o fatiga. Un tres por ciento fue diagnosticado con trombocitopenia leve a moderada y un uno por ciento, grave.
En conclusión, estos estudios, reflejan que el aceite de cannabis, puede potenciar o interactuar de forma negativa con algunos medicamentos. Sin embargo, no se trata, por lo general de efectos de mayor gravedad, salvo en casos muy puntuales. Se desconoce en qué medida el uso de aceite de cannabis puede interactuar con otros medicamentos, puesto que todavía no existe demasiada evidencia científica y estudios específicos publicados.
Se entiende que la pureza de los productos puede diferir y causar diversas molestias, en combinación con medicamentos o por sí misma. Lo importante es que, llegado el caso de autoadministrarse aceite de cannabis, conviene informar al médico o farmacéutico, si se toma algún tipo de medicamento de forma paralela. Los efectos negativos del aceite de cannabis pueden no ser relevantes en la mayoría de los casos, puesto que son de carácter leve o moderado y cuentan con una naturaleza transitoria. Sin embargo existen, por lo que hay que tener en cuenta la posibilidad de sufrir alguno de ellos. Ante su aparición y persistencia, lo mejor es suspender el tratamiento y acudir al médico para evitar que se agraven.
Poco más podemos añadir sobre este producto cada vez más frecuente en el mercado. Ofrece numerosos beneficios como ya hemos podido comprobar, aunque conviene tener en cuenta la posibilidad de sufrir algunos efectos adversos, sobre todo cuando se combina con algún tipo de tratamiento farmacológico.


